Hace muchos años en la televisión de EE.UU. hubo un programa cuyo cometido era permitir que los aficionados llegaran a reclamar su cuota de warholianos minutos de fama, aún cuando eso dependiera de hacer el ridículo ante decenas de miles de anónimo espectadores. Era conducido además por un agente de la CIA.
Era como la versión analógica de Youtube, vaya.
Me refiero a The Gong Show.
Este producto de nuestro tiempo es recordado por haber legado para la posteridad innumerables instantes de ridiculez, humor involuntario o mera bobería. Pero también permitió que gente genuinamente talentosa pasara por ahí para darse a conocer.
Tenemos por ejemplo a Danny Elfman. Da la bella voz cantante a Jack Skellington, ha compuesto la música de casi todas las buenas películas de Tim Burton y es simple y llanamente fabuloso. Jack Skellington de entre todas las cosas, gente.
El maestrazo Elfman formó también parte de la banda de New Wave de los años ochenta Oingo Boingo. Ésta fue a su vez una derivación de un espectáculo de teatro musical de vanguardia cuyo nombre completo era The Mystic Knights of The Oingo Boingo.
He aquí a la mística orden en The Gong Show, para que constaten por cuenta propia la semejanza de sensibilidades artísticas entre Elfman y Burton, y lo genial que ese maestro y sus secuaces siempre han sido.
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